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Pocos imaginaban hace unos años que la próspera la Unión Europea (UE) llegaría a tambalearse al borde del abismo. En 2010, aún maltrecha por el efecto contagio de la debacle de las hipotecas en los Estados Unidos, la eurozona se sumergió en la llamada crisis de deuda, una auténtica epidemia financiera que tuvo su origen en Grecia y que ha llegado a amenazar la existencia de la moneda única, el euro.
Un informe de la Comisión Europea, en el que se acusaba a Grecia de falsear sus estadísticas con el fin de maquillar su déficit, marcó el inicio de una auténtica psicosis económica: la altísima deuda del país heleno y la caída de su credibilidad fueron los factores que dejaron al euro a merced de los ataques de unos mercados en los que el pánico se había propagado de forma incontrolable. El contagio se produjo con rapidez y la Zona Euro y su divisa común cayeron en picado.
A día de hoy, el Viejo Continente sigue en jaque. Hasta el momento, tres países han sido rescatados, Grecia por partida doble, Irlanda y Portugal, y otro, España, ha tenido que solicitar un costosísimo salvamento para sus bancos. Todo en medio de durísimas medidas de ajuste que ponen en duda la viabilidad del Estado de bienestar.
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Fecha: 1/1/2013
