La Biblia cuenta que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza a partir del polvo de la Tierra. Habla de un fabuloso jardín en el que vivieron Adán y Eva y su destierro del paraíso terrenal. Aquel destierro del Edén marcó el nacimiento de la civilización. La arqueología nos da otra versión de la creación en la que el ser humano es un producto de la evolución.