Privatizando el mundo

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Las corporaciones entienden que el agua debe ser comercializada igual que el petróleo, que es lógico «extraerla» de donde más hay, y venderla a quien más paga. Pero se argumenta que el agua es necesaria para la vida, que no se puede tener acceso al agua solamente en función del nivel económico. Grandes multinacionales desarrollan una serie de semillas y las venden junto con una licencia de uso, diciendo que quien no las quiera, que no las compre. Los agricultores argumentan que ya no hay en el mercado otras semillas, que además si nacen plantas en sus tierras con las modificaciones hechas por la multinacional, ya sea porque quedan en la tierra de otros años, que llegan con el viento o cualquier razón, pueden ser denunciados al «incumplir» la licencia impuesta. Hay laboratorios que han conseguido patentar genes, y lo justifican alegando que tienen que recuperar la inversión realizada para «descubrir» ese gen. Cualquier posible solución que afecte a problemas relacionados con ese gen, sólo podrá ser llevada a cabo si se paga los royalties correspondientes. Ni siquiera se puede investigar sobre ese gen sin pagar. Los gobiernos ceden e impulsan a los ciudadanos a contratar seguros particulares y a usar la «salud privada». Esto provoca que el dinero destinado a la salud no fluya dentro de la sociedad, sino que el dinero público se desvíe hacia las grandes compañías de seguros y a manos privadas. La salud de las personas pasa a ser un «objeto» de negocio. Si no tienes dinero, no tendrás atención sanitaria. En cuanto a patentes de los medicamentos, se habla del caso de Brasil, de cómo se ha reservado el estado la posibilidad de «infringir» patentes sobre medicamentos en caso de necesidad pública, ya que muchos de esos medicamentos tienen un precio desorbitado y ellos tienen la capacidad de fabricarlos de forma genérica (como el caso de los retroantivirales). En Brasil se antepone el bienestar de sus ciudadanos al beneficio de las multinacionales, en este aspecto. Por último, se habla de los acuerdos comerciales, en los que muchas veces las grandes corporaciones están por encima de la soberanía de los estados, y hasta se reservan la posibilidad de denunciar a los gobiernos si incumplen los acuerdos. Parece increíble ver el poder e influencia que puede llegar a tener una empresa, que recordemos, normalmente detrás de ella no hay ningún responsable, es decir, que los desastres que pueda provocar una empresa los pagará la propia empresa y no las personas que hay detrás de ella, ya que si los «gestores» alegan que actuaban de buena fe, quedan exentos de toda culpa. ¿Y si la empresa no tiene dinero? Paga el Estado, lo pagamos todos.



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3 comentarios en «Privatizando el mundo»

  1. Debería ser obligatorio para todos ver esto. Te abre los ojos del mundo en el que vivimos. Somos unos cínicos todos, los que hacen esto y los que permitimos que nos hagan esto.

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