San Quintín, otro mundo tras las rejas (Documentos TV)

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La prisión de San Quintín es una de las más emblemáticas del mundo. De ella se han escrito novelas, se han rodado películas y se ha creado una leyenda que se transforma en realidad en este documental. Durante 30 días un equipo de televisión recibió la autorización de filmar dentro de las instalaciones penitenciarias, detrás de los gruesos muros y de los alambres de espinos. Construida en 1852, está situada al norte de la ciudad de San Francisco en un sector de una sólida clase media alta. Algunos de los más exclusivos complejos residenciales de California se encuentran a sólo dieciséis kilómetros de la prisión. Se refleja con nitidez la necesidad de los presos de retrasar el tiempo de regresar a sus pequeñas celdas donde pasan unas veinte horas al día…y trata sobre una realidad poco conocida: los suicidios. Para algunos reclusos la vida en el ala norte puede llegar a ser ordenada y tranquila, -un mundo muy distinto al caos del ala oeste. Los reclusos que mantienen un buen comportamiento y un historial limpio, pueden disfrutar de ciertos privilegios: pasan la mayor parte del día fuera de sus celdas, y cada uno puede decorar la celda a su gusto. Cuando los llamados «mandones», que son los jefes de las bandas, imponen la violencia, los miembros de la banda fabrican armas con cualquier material que encuentran a mano. Los instrumentos punzantes, como navajas, son de todos los tamaños y formas. Las medidas de seguridad son tan extremas que no se sirve carne dentro de las instalaciones en forma de filete o chuleta por si llevara algún hueso que pueda convertirse en arma. El poder de las bandas es tan brutal, que muchas veces, los jefes obligan a los reclusos a atacar a alguien como prueba de lealtad. Las víctimas, si sobreviven, no están dispuestas nunca a delatar al agresor. Saben que si lo hicieran, acabarían asesinados. Durante el rodaje de este documental, se produjeron varios ataques entre miembros de bandas rivales y en un momento determinado saltó lo que llaman «Alarma 3», situación de máximo peligro, con llegada masiva de policías mientras los reclusos se enzarzaban en peleas con armas punzantes. 42 presos sufrieron lesiones de gravedad. Lo que demuestra que a pesar de las medidas de seguridad, los reclusos saben cómo proveerse de armas. En realidad, tanto los presos como los propios carceleros han aprendido a aceptar las peleas y las revueltas como otra realidad más de la vida entre las rejas de San Quintín. Por su parte, los funcionarios de San Quintín admiten abiertamente que ese mundo es muy diferente al de la calle y que la forma de tratar a los presos es también diferente. «Son individuos que se han equivocado y tienen que saldar sus responsabilidades». Un programa que refleja con rigor la dura existencia en la prisión más violenta de Estados Unidos.



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