La época medieval está dominada por el papel central que desempeña la religión cristiana. La estructura eclesiástica organiza también las vidas en la sociedad, vigilando la vida civil y el trabajo. La Iglesia legitima la organización secular del poder carolingio, gracias al hecho de que es la única representante de Dios en la Tierra. Sin embargo, a pesar de este férreo control, la época medieval no es un periodo de inmovilidad social y política, sino una era donde se fraguan las ideas e innovaciones que más tarde madurarán en la Edad Moderna. En el último siglo de la Edad Media, se produce un cambio de perspectiva que coloca al hombre en el centro de la creación, al tiempo que afirma su independencia y, de este modo, lo libera cada vez más del control que ejerce la Iglesia.