Albert Hofman, el inventor del LSD lo llamó «medicina para el alma». Los Beatles escribieron canciones sobre él. Hasta la CIA y el ejército buscaron explotar sus poderes alucinógenos. Hace cincuenta años las drogas psicodélicas como el LSD eran consideradas una ciencia innovadora. Pero esta potente droga escapó de los laboratorios y se convirtió en una droga de la calle con una reputación peligrosa, capaz de inspirar tanto momentos de genialidad como de descenso a la locura. A finales de los años sesenta, el LSD abandona los laboratorios y llega a la calle de la que nunca salió. Ahora la ciencia mira de nuevo con interés renovado al LSD, realizando los primeros ensayos humanos en más de 35 años.
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