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Son cerca de un millón de pequeños ahorradores, muchos de ellos jubilados, quienes han visto su dinero atrapado por un producto financiero complejo: las participaciones preferentes. La mayoría confió en los empleados de su sucursal bancaria pensando que invertían en renta fija sin riesgos, y ahora se encuentran con que no pueden disponer de su dinero porque las reglas de los mercados han cambiado y el banco les dice que su inversión era a perpetuidad, es decir, que no tiene obligación de devolvérselo. Muchos han optado por aceptar las soluciones que están dando las entidades bancarias, canjearlos por otros productos, aunque eso les suponga perder dinero o tardar años en recuperarlo. Ante la impasividad del Banco de España, que se niega a intervenir en favor de los afectados, colectivos como ADICAE está agrupando a los afectados e interponiendo reclamaciones extrajudiciales.
