Atlántico Norte, 27 de Mayo de 1941. Mientras una fuerte tormenta ruge sobre el océano, un escuadrón de anticuados aviones torpederos «Swordfish» británicos se dirige a atacar al acorazado más potente que el mundo había visto hasta entonces: el acorazado alemán Bismarck.
La batalla librada ese día entre la Royal Navy y la Kriegsmarine fue uno de los momentos decisivos de la Segunda guerra Mundial. Del resultado de la batalla dependía el futuro de Europa.
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