Comenzaban ya a sentirse las primeras dentelladas de la crisis financiera cuando un puñado de habitantes de la Ribagorza se propuso plantar cara a la recesión dando a conocer al mundo la existencia de su tierra. Poner su comarca en el mapa era más que un capricho, dado que este antiguo condado del Pirineo catalano-aragonés vive casi en exclusiva de la ganadería y el turismo.
En lugar de echar mano de clichés y de las clásicas fórmulas promocionales, concibieron una idea singular: recurrir al arte urbano y a la poesía contemporánea para poner su tierra en el mapa. La culminación de sus intervenciones artísticas fue una enorme pintura mural con la que rindieron también un homenaje a sus antepasados. Al fin y al cabo, la Ribagorza es conocida por sus frescos románicos.
Tras un año de trabajo, se produjo el “milagro” y docenas de medios de comunicación de toda España se hicieron eco de esta iniciativa. Esta película de 53 minutos cuenta cómo se fraguó y ejecutó todo el proyecto.