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El 6 de Junio de 1944, 200.000 soldados de las tropas aliadas desembarcaron en las playas de Normandía. La invasión fue un plan orquestado por las mejores inteligencias militares que los aliados habían podido reunir. Pero hubo otras, que trabajaron duramente lejos de los escenarios bélicos en gran secreto. Un grupo de genios, científicos, inventores e incluso destacados deportistas que habían sido reclutados en todas las esferas sociales y bajo un específico mandato: diseñar y construir un arsenal completamente nuevo y secreto. Máquinas que podían escupir fuego, tanques que podían flotar y artefactos mecánicos que podían encontrar el punto débil en las defensas de Hitler y acabar con ellas.
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