De Asia a Europa, de África a América del Sur, del Ártico al océano Antártico y hasta el Caribe: las rutas marítimas conectan el mundo de hoy en día. Los últimos modelos de buques cargueros tienen capacidad para almacenar 11.000 contenedores y una sola hélice gigantesca les provee de más de 75.000 kilovatios de propulsión. Toda esta historia comenzó con el desarrollo de las hélices de barco hace más de 150 años. En octubre de 1829 en Trieste, bajo la atenta mirada de toda la población, el Civetta zarpó desde la bahía propulsado por una innovadora «espiral» desarrollada por un tal Josef Ressel. Josef era un joven guardabosques al servicio del gobierno imperial austriaco, pero la verdadera pasión del joven era la mecánica. No dejaba de idear nuevos proyectos y, desde que le asignaron el puesto en Trieste, le fascinó también el mar.