A mediados de diciembre de 1944, Hitler jugó su última carta en Las Árdenas, una descomunal ofensiva en la zona comprendida entre Bélgica y Luxemburgo, con la que pretendía aislar a los Aliados. El Mariscal de Campo Otto Moritz Walter Model, un fiel servidor del Führer, lanzó una dura ofensiva contra las fuerzas aliadas, lideradas por el general norteamericano Omar Nelson Bradley, que fue literalmente «cogido por sorpresa» por los alemanes. El mundo entero contuvo la respiración: si Bradley no hubiera podido contener el avance de las fuerzas de Hitler, la victoria aliada se hubiera tambaleado severamente. Pero en las semanas transcurridas entre el 16 de diciembre y el 25 de enero, la balanza se inclinó del lado de los aliados marcando ya el fin definitivo de la contienda.