Basilio Vargas es un chico boliviano de catorce años. Cabeza de familia, a cargo de una madre y un hermano menor, cobra entre dos y cuatro dólares al día por trabajar, a veces manipulando dinamita, en las minas de plata de Cerro Rico, a las que los indígenas han bautizado como «la montaña que come hombres». Ocho millones es la cifra de muertos desde que empezaron a explotarse en el siglo XVI. A través de Basilio conoceremos la historia de niños adultos que se juegan la vida a diario, víctimas de la injusticia y desigualdad que campa a sus anchas.
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